jueves, 8 de julio de 2010

A vos

Estaba solo y vos, no sé -creo que no-.
Estoy igual que ayer
pero elegí no lastimarnos.

Yo te deseaba, vos me querías.
Ya sabía cómo iba a terminar este cuento.

Pero el final tenía un último código
y porque te quise, a mi manera,
no fui contra él.


El prisionero del 22

1 comentario:

Anónimo dijo...

como si ese tiempo atado a la muñeca midiera otra cosa..
.. era tan poco lo que podía hacerse que las horas acababan por superponerse, por ser SIEMPRE la misma en el recuerdo..
se esperaba más del sueño que de las noticias..
una mano acariciando un cuello, el final de un beso
todo sucedía en cualquier momento, sin horarios previsibles; lo más importante empezó cuando ya nadie lo esperaba, y al menos responsable le tocó darse cuenta primero.

seguir así en segunda,
pero seguir.
(laautopistadelsur)